Acostumbrados a usar el tacto de una manera cotidiana y práctica, se nos pueden olvidar sus increíbles capacidades sanadoras.
Tocar sana; pero lo hace cuando conecta con la totalidad de la persona; cuando es respetuoso y desinteresado; cuando establece un vínculo de comunicación.
Es un contacto que rescata del aislamiento, que recuerda que “no estamos solos”, y que está bien ser como somos.
Esta conexión es indispensable para una vida orgánicamente saludable, para una vida emocionalmente sana y socialmente plena.
Este es el Contacto que aprendemos en el Método Rosen.
Te invitamos a descubrirlo en nuestro próximo Taller Intensivo.