Nos conectamos con nosotros mismos y con el mundo exterior a través de nuestro complejo y fino sistema nervioso. Cada sensación nos informa de algo, nos comunica y relaciona. Este mundo sensorial es infinitamente más rápido y certero que el intelectual ,de él depende nuestra salud, equilibrio, bienestar.

Sabemos que tenemos frio, sed, hambre, y al sentirlo actuamos: nos cubrimos, comemos, bebemos, nos cuidamos. Nos comunicamos internamente a través de sentir lo que sucede en nuestro universo interior: ¿cómo me siento? ¿estoy cansado, triste, apesadumbrado? ¿en qué zona se encuentra esta sensación? ¿qué me dice en su lenguaje sensorial? De esta información depende la calidad de vida, la conciencia de uno mismo, la posibilidad de hacer cambios y tomar decisiones.

Ahora bien: ¿Cómo conectarnos? Pareciera que esa capacidad natural que teníamos desde bebés, tiende a perderse y a desconectarse con la prisa, la exigencia, el sobre esfuerzo y la incapacidad de estar solos un momento.

La conexión requiere silencio, tiempo, disposición. Por eso en el Método Rosen hacemos pausas, despertamos la mirada interior, el movimiento desde dentro, afinamos la capacidad de sentir sin miedo, sin juicio ni interpretación, de permitir que el interior se nos revele.
Sentir se vuelve un camino, cada vez mas fino y delicado, más profundo y respetuoso hacia uno mismo, hacia la fuente de nuestro ser.

Es un camino de conciencia, aceptación y gozo.

¡Una gran meta!